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dimecres, 27 de març del 2024

En el nombre del abuelo

Joaquim Travesset Barba

Travesset Sagré, Jan - Hernando, Julio Antonio

Lliga Catalana DH, Barcelona 09.03.2024

1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cf3 Cf6 4.g3 dxc4 5.Ag2 Ab4+ 6.Cbd2 b5 7.a4 c6 8.0–0 a5 9.Dc2 Ab7 10.Td1 Cd5 11.Ce4 Db6 12.Ce5 Ae7 13.Cg5 Axg5 14.Axg5 f6 15.Ae4 fxe5 16.Axh7 exd4 17.Dg6+ Rf8 18.Ta3 d3 19.exd3 Cd7 20.dxc4 Ce5 21.Dxe6 Dc7 22.cxd5 Txh7 23.d6 Te8 24.Dxe8+ Rxe8 25.dxc7 1–0

Después de 12...Ae7

En el nombre del padre (1993) fue una película, basada en hechos reales, que cuenta la historia de un hijo obsesionado por demostrar su inocencia tras ser condenado por algo que no hizo, condena que también arrastró a su padre. A esta película siguió otra obra similar, aunque de menor éxito: En el nombre del hijo (1996). Hoy nos atrevemos a poner en marcha una tercera obra: En el nombre del abuelo, aunque esta nueva historia no habla de dramas, sino de una saga de tres generaciones de ajedrecistas.

Las sagas de ajedrecistas no son muy comunes, aunque existen casos notables a lo largo de la historia como el de los australianos Spencer Crakanthorp (3 veces campeón de Australia en los años 20), Cecyl John Seddon Purdy (el más destacado: campeón del mundo por correspondencia y 5 veces campeón de Australia) y John Purdy (2 veces campeón de Australia).

      

Joaquim Travesset Ribera (foto de la izquierda) y Daniel Travesset Ribera

La saga que hoy tratamos nace con Joaquim Travesset Barba, jugador catalán que empezó a competir en los años 50 y que desde entonces ha desempeñado todo tipo de funciones dentro del ajedrez: árbitro, organizador, presidente de club o entrenador... y sobre todo, historiador, con un gran número de artículos publicados a lo largo de los años. Su relación con el ajedrez siguió incluso en su matrimonio, ya que se casó con la hija de Ángel Ribera Arnal, subcampeón de España y notable ajedrecista durante varias décadas.

Jan Travesset Sagré

Sus hijos, Daniel y Joaquim Travesset Ribera, siguieron sus pasos en el tablero y lograron el título de Maestro Catalán, llegando a superar con creces los 2.300 puntos elo el segundo de ellos. El círculo se cierra con la aparición en los tableros de Jan Travesset Sagré, hijo de Daniel, que desde edad temprana demostró un gran talento para mover caballos y alfiles con gran criterio. Jan ha sido campeón de Cataluña sub 12 y subcampeón en las categorías sub 10 y sub 14, logros difíciles de conseguir dado el número de jugadores que aparecen en aquella región cada año. Jan ha logrado distintos triunfos en importantes abiertos en su categoría, ha consegudo el título de Maestro Catalán y ya ha alcanzado los 2.300 puntos elo. Como apreciamos en la partida que encabeza este escrito, no se amilana en las posiciones complicadas y sabe jugar con contundencia y brillantez si la situación lo requiere.

dilluns, 7 de novembre del 2016

Nova web: Historia del Ajedrez Español

En Joaquim Travesset, en col·laboració amb uns amics han creat una web per a repassar i comentar la història dels escacs espanyols.

Aquí teniu l'enllaç:

http://www.historiadelajedrezespanol.es/

diumenge, 30 d’octubre del 2016

Injusta justicia. Article de la web "Ajedrez de ataque".

Estatua de la dama de la justicia, con su espada y su balanza, aunque en este caso no es justicia ciega ya que no lleva los ojos vendados
Estatua de la dama de la justicia, con su espada y su balanza, aunque en este caso no es justicia ciega ya que no lleva los ojos vendados
( Autor : Javier Cordero Fernández - © Ajedrez de ataque )

          En 1971 el Open de Berga estaba más que asentado en el panorama nacional, por lo que gran cantidad de jugadores titulados acudían en busca de sus jugosos premios. Joaquim Travesset, el protagonista de esta historia, no estaba entre la nómina de maestros y, siendo consciente de que no podría aspirar a los primeros puestos, centró parte de sus fuerzas en jugar partidas que escondiesen algún ataque brillante que le permitiese optar al premio de belleza... lo que consiguió en las dos primeras rondas al lograr dos victorias que finalmente presentó a concurso.

          Este tipo de torneos eran conocidos como vacacionales, ya que su situación en lugares turísticos y su larga duración hacía que algunos de los participantes utilizasen sus vacaciones para poder jugarlos. Joaquim viajó a Berga con toda su familia para seguir apoyando un torneo en el que ya había participado, junto a su suegro Ángel Ribera (subcampeón de España en 1958), cuando era una competición más modesta, logrando el segundo puesto en 1965.

 
Familia Travesset en Berga, acompañados por Ángel Ribera y su esposa

          Los premios de belleza de Berga tuvieron gran fama, ya que como galardón se entregaba un cuadro, de motivo ajedrecístico, del pintor Fernández De Soto. Este tipo de premios siempre representan un interesante incentivo para jugadores que se hayan quedado sin opciones en el torneo, lo que aumenta la combatividad en las últimas rondas. Recordemos, a continuación, alguna de las partidas premiadas en Berga con el paso de los años (no olvidemos que fue el Open más antiguo de España):


          En la primera ronda Joaquim se enfrentó al manresano Antoni Farré y puso en juego una idea de David Bronstein en la que el soviético había realizado un sacrificio de dama en una variante de la India de rey. El riesgo tuvo recompensa al obtener una elaborada victoria en la que sus piezas menores revolotearon por el tablero creando constantes problemas a las blancas: ver partida. La idea provenía de otra partida, por lo que perdía gran parte de sus oportunidades para optar al premio de belleza.

 
Farré (izquierda) - Travesset (derecha). Al lado, Domenech vs Ingelmo

          La otra partida presentada a concurso por Travesset fue una victoria ante el alemán Georg Eppinger, una posición bien trabajada que desembocó en un ataque brillante que desarboló a su rival a pesar de los apuros de tiempo en los que se realizaron las últimas jugadas: ver partida. En total se presentaron 4 partidas para aspirar al premio de belleza, las dos que acabamos de ver más Jiménez-Ferrer y Jordá-Harmeier. Decidir qué partida merece un premio de belleza no es sencillo. No sólo se ha de tener en cuenta la vistosidad de las combinaciones, también se toma en consideración la originalidad, la exactitud del plan seguido y la falta de errores, lo que convierte la decisión en algo complicado y subjetivo.

          La partida Jiménez-Ferrer quedó descartada porque contenía errores de bulto: cuando comenzaron las hostilidades Pepita Ferrer había tenido opciones de lograr posiciones igualadas con facilidad. La partida Travesset-Eppinger era una firme candidata: remate brillante y ausencia de errores, de hecho fue publicada en el nº 6 de la revista Jaque, de Noviembre de 1971, y también en el Butlletí d’Escacs nº 31 de la Federació Catalana d’Escacs, de Diciembre de 1971. La partida Jordá-Harmeier es más difícil de juzgar ya que la posición era realmente complicada, aunque parece que también contenía errores por ambos bandos. Esta partida también apareció en el Butlletí d’Escacs nº 31 de la Federació Catalana d’Escacs.

          Con estos datos, la difícil decisión debía ser tomada por el Director del torneo, el doctor Joaquim Font... que se vio superado por la situación y decidió delegar su tarea en Joan Torquet (secretario de la Federación catalana) y Eduardo Pérez (dos veces subcampeón de Cataluña), que asistían al torneo como espectadores. Esta resolución parece cuanto menos irregular, ya que se dejó la decisión en manos de dos personas ajenas al torneo. Además, había un conflicto de intereses bastante evidente: la mayor parte de integrantes de la Federación catalana procedía del Club Congrés, al que pertenecía Antoni Jordá, uno de los implicados en el premio de belleza.

          Ante la sospecha de una decisión parcial, Joaquim decidió pedir su opinión sobre las 3 partidas a Juan Manuel Bellón, con el que jugó en una de las rondas y cuyo criterio, como gran jugador táctico y campeón nacional, se antojaba muy importante. Rápidamente desechó la partida Jiménez-Ferrer ya que contenía demasiados errores. De la partida Jordá-Hermeier comentó que el comienzo era exacto al de otra partida disputada años atrás, aunque no recordaba el nombre de los contendientes. Además, encontró varios errores por parte de ambos jugadores, por lo que consideró que no era merecedora del premio de belleza.

 
Vista de la sala de juego con el cuadro de De Soto. Travesset juega con Bellón

          La sorpresa recorrió veloz la sala de juego cuando los jueces concedieron el premio a Antoni Jordá por su partida ante Hermeier. Esta decisión levantó una gran polvareda y rápidamente se presentaron varias reclamaciones al Director del torneo, entre ellas las de Bellón, Perdigó (fuerte jugador que contaba con triunfos ante Medina y Pomar), Ángel Ribera y otros jugadores. Tras largas deliberaciones se decidió no cambiar la decisión, aunque se improvisó un 2º premio, una especie de diploma, para la partida Travesset-Eppinger. Joaquim Travesset se negó a recoger el premio y otros jugadores, como muestra de solidaridad, se negaron a recoger los premios en metálico que habían ganado. Esta negativa fue interpretada por los representantes del Ayuntamiento como un desprecio y se amenazó con tomar represalias contra los implicados, lo que en aquella época era más que una seria amenaza... finalmente las aguas se calmaron y volvieron a su cauce.

          A continuación,podéis ver las 4 partidas aspirantes al premio de belleza analizadas, lo que os permitirá juzgar por vosotros mismos quién debió llevarse el primer premio:

         
 Y esta es la historia de un premio de belleza en la que la Dama de la Justicia se quitó la venda que debía llevar en los ojos, objeto que siempre debe ser la prueba de su imparcialidad.

Javier Cordero Fernández
(24 Octubre 2016, fotografías archivo Joaquim Travesset)

dimarts, 3 de maig del 2016

Ajedrez y Psicología

* Artícle rebut directament del jutge internacional de la FIDE per a composicions, Mario Guido García


La psicología y el ajedrez
La incidencia que esta disciplina tiene en los duelos ajedrecísticos.
 
El Gran Maestro Slipak analiza el valor de la psiquis en cada batalla y aborda esta problemática desde tres aspectos diferentes: “el adversario”, “el autoboicot” y “las partidas decisivas”.


Por GM Sergio Slipak *¿Qué tipo de incidencia tiene la psicología en la competencia ajedrecística? En primer lugar, la que tiene en cualquier deporte: en toda lucha, más allá de las características técnicas propias de cada disciplina, se juega un duelo psicológico que tiene que ver con la tenacidad, la resistencia, la voluntad de vencer, la resiliencia y la disposición para el combate.

Una primera diferenciación puede hacerse entre los deportes individuales y los de equipo. En estos últimos hay una dinámica de conjunto, tiene mucha importancia la interacción entre los compañeros y es fundamental lograr una armonía que permita centrarse en los objetivos competitivos. En los deportes individuales, en cambio, es esencial la fortaleza mental, la confianza en uno mismo, la lucha entre dos personalidades.

Una distinción más sutil puede realizarse al evaluar el “costo del error” en cada deporte que analicemos. Por ejemplo, en el fútbol una falla que cuesta un gol es mucho más grave que en el básquet, cuyos abultados tanteadores diluyen la gravedad de las equivocaciones. Ni hablar si comparamos el box, en el que una desatención puede costar la pelea –y hasta la integridad física–, con el tenis, en el que el punto tiene un alto valor tan sólo en las instancias decisivas del partido. La incidencia de lo psicológico suele ser mayor en aquellas competencias en las que un solo error puede decidir la lucha.

En el mundo de los trebejos, deporte individual en el que un solo error suele definir la partida, la gran cantidad de tiempo disponible durante cada encuentro –una partida puede durar unas cuatro horas– permite a la mente un recorrido mucho más largo por pensamientos muy diversos, todo lo cual amplifica notablemente el valor de la psiquis en cada batalla. A esto se le suma la falta de descarga física, lo que aumenta aún más la tensión.

Considerando el alto componente psicológico de los duelos ajedrecísticos, abordaremos este tema desde tres aspectos distintos, que denominaremos: “jugar contra el adversario”, “el autoboicot” y “las partidas decisivas”.

El adversario
Uno de los máximos exponentes del “estilo psicológico” del ajedrez fue el alemán Emmanuel Lasker (1868-1941), quien ostentó la máxima corona mundial durante nada menos que 27 años, entre 1894 y 1921. Lasker daba una importancia esencial a la lucha psíquica, buscando siempre incomodar a sus rivales, llevándolos al terreno donde se sintieran menos seguros. Por supuesto, para poner esto en práctica se precisa una gran destreza técnica, ya que sólo es posible hacerlo si uno mismo está dispuesto a moverse en situaciones muy disímiles. Podemos agregar que, además de la versatilidad ajedrecística, también es fundamental una gran confianza en las propias fuerzas para poder adaptarse a cualquier cambio en las situaciones de la
lucha.

Entre los amantes del juego es muy conocida una de sus definiciones, la cual muestra en qué medida este gigante valoraba el lado psicológico del ajedrez. Refiriéndose a uno de sus movimientos, Lasker evaluó: “Esta jugada es muy fuerte contra Tarrasch, pero sería un grosero error contra Janowsky”. La jugada en cuestión complicaba enormemente la partida, cosa que no era del gusto del Gran Maestro Siegbert Tarrasch (1862-1934), pero sí hubiera sido –en caso de tenerlo como oponente– del agrado del polaco David Janowsky (1868-1927). En esa expresión vemos, en pleno, el pensamiento de Lasker y la enorme importancia que otorgaba al juego dirigido a dificultar las cosas a cada oponente en particular.
 
En el caso de los matches por el título mundial, cuando dos jugadores se enfrentan en encuentros pactados a un alto número de partidas, aspectos como éstos son más valiosos aún. Mihail Botvinnik (1911-1995) logró el máximo galardón mundial en 1948, para luego perderlo y recuperarlo en dos oportunidades, primero ante Vassily Smyslov (1921-2010) y luego frente Mihail Tal (1936-1992). Botvinnik fue un experto en estudiar los puntos fuertes y débiles de sus respectivos adversarios, logrando, luego de ser derrotado en cada primer match, vencer a sus oponentes en cada revancha, evitando las posiciones en las que ellos se desempeñaban mejor y procurando aquellas en las que se encontraban a disgusto.
 
El autoboicot
Desde los textos de Sigmund Freud sabemos que no todo lo que ocupa nuestra psiquis se hace consciente. Por eso, un tema importante en cualquier competencia es saber hasta qué punto todo nuestro ser está involucrado en la búsqueda de la victoria. ¿Qué ocurre cuando oscuras motivaciones inconscientes nos llevan a impulsar nuestra derrota? Evidentemente, estaremos en problemas.

Mi propia experiencia como jugador y entrenador, sin embargo, me dice que son más los casos en los que un competidor está preocupado por la posibilidad del autoboicot, y es esta misma preocupación la que lo perjudica, que aquellos en los que podemos verificar la presencia de este enemigo interno de un modo más o menos concreto.

Cabe aquí la siguiente reflexión. La cultura psicoanalítica está muy
extendida en nuestro país o, por lo menos, en Buenos Aires. En la medida en que una teoría se difunde, cuando de los humanos se trata, ella misma altera su objeto inicial de estudio, ya que al ser conocida modifica los comportamientos posteriores de quienes ahora están influidos por esa misma teoría. Así, a menudo, el problema esencial no es el autoboicot, sino el temor a él. Esto es algo que a veces se convierte en un problema muy difícil de manejar, tanto en el deporte como en cualquier otro ámbito.

En tal sentido, el filósofo y escritor argentino José Pablo Feinmann señaló: “Si Borges dijo que la metafísica es parte de la literatura fantástica, nos atreveremos a decir aquí que el psicoanálisis, al remitirlo todo a esa zona recóndita, oculta, misteriosa, que se filtra por todas partes, que nos posee,que nos envía sueños inquietantes, indeseables, que nos divide como Hyde dividía a Jeckyll (...) es parte de la literatura de terror”.

Estoy convencido de que, para la enorme mayoría de los ajedrecistas, la mejor forma de luchar contra el supuesto autoboicot es, simplemente, no creer en él. Distinto –y más positivo– es registrar actitudes concretas que nos perjudican durante la contienda... y combatirlas. Al respecto, hay jugadores que toman decisiones apresuradas e impulsivas, otros que se muestran en exceso inseguros, otros que pierden fácilmente la atención, etc.
Todas ésas son conductas que pueden ser corregidas o mejoradas a través de la práctica, siempre que se trabaje en tal sentido. Tal suele ser el mejor camino para fortalecer la confianza en uno mismo y para aumentar nuestro potencial competitivo.

Partidas decisivas
Si hay una situación en la que la parte psicológica adquiere una especial relevancia es en las partidas decisivas: aquellas en las que se define un torneo, una clasificación, un título mundial. En encuentros así es muchomás difícil mantener la objetividad y la calma y se suele jugar por debajo del nivel de cada uno. La tensión impide desarrollar el juego con la soltura habitual y la posibilidad de tener imprecisiones y de cometer errores graves aumenta.

Sin embargo, hay grandes jugadores que demostraron poder mantenerse fríos incluso en tan difíciles circunstancias. El ruso Anatoli Karpov, por ejemplo, campeón mundial entre 1975 y 1985, daba la impresión de ser un témpano aun en los momentos más álgidos de la lucha y cualquiera fuese el evento que disputara. Este sería el “modelo computadora”: jugar concentrado en lo técnico, sin permitir que las emociones nos dominen.

Pero hay otros jugadores que son capaces de hacer aún más que esto, talentos que en las situaciones clave pueden exprimirse al máximo, usar increíbles reservas de energía y rendir por encima de su nivel normal. Además, son capaces de desplegar una desbordante personalidad, que muchas veces hace flaquear al adversario. Tal es el caso del también ruso Garry Kasparov, campeón mundial entre 1985 y 2000.

Los cinco matches que disputaron Kasparov y Karpov quedarán para siempre en la historia grande del ajedrez mundial. De todos ellos, el disputado en Sevilla, en 1987, es el que tuvo un final más emotivo. En la última partida del match, Kasparov conducía las blancas y debía ganar para retener el título, ya que Karpov llevaba un punto de ventaja. ¿Buscaría Kasparov una apertura especialmente agresiva para intentar la victoria? No. Eligió el doble fianchetto, línea conocida por demorarse en emprender acciones enérgicas.

Más tarde lo explicó de esta manera: “Buscaba una lucha larga, en la que no hubiera posibilidades de un desenlace breve que eliminara prontamente la tensión”. Durante la partida consiguió una pequeña ventaja, pero Karpov sostenía su posición y, llegando a lo que se conoce como “apuro de tiempo” –cuando ambos jugadores deben jugar rápidamente porque se agota el tiempo asignado a cada uno–, el empate estaba muy cerca, lo que hubiera significado que Karpov recuperase el título mundial. Kasparov presionó entonces al máximo y Karpov cometió un error decisivo. La victoria no fue inmediata, la agonía se prolongó muchas jugadas más, pero
el resultado final ya era inevitable: Kasparov venció y retuvo el título.
Es mucho lo que podemos aprender de las más de 150 partidas jugadas entre estos dos colosos. En lo técnico y en lo deportivo. La psicología estuvo presente en cada uno de sus matches y más aún en los momentos definitorios de los mismos. Sin dudas, uno de los ejemplos más interesantes de su importancia en la contienda ajedrecística.

* Gran Maestro y entrenador.
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